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03/07/2025

HARINA DE SOJA BAJO AMENAZA

La harina de soja ha quedado en el ojo de la tormenta a partir del vuelo alcanzado por la elaboración de combustibles renovables en todo el planeta, pero muy especialmente en Estados Unidos. Recientemente el gobierno de este país ha propuesto aumentar las obligaciones en materia de volumen de renovables para diésel de biomasa al equivalente a 5.610 millones de galones hacia el año en 2026, lo cual representa un fuerte incremento con respecto al mandato actual, de unos 2.000 millones de galones adicionales.

La encerrona es fácil de comprender: la generación creciente de aceite de soja para biocarburantes origina paralelamente grandes volúmenes de harina de soja, que los exportadores de este país deberán ubicar en un mercado donde compite cara a cara con el derivado argentino. Es una oferta que hasta no hace demasiado tiempo tenía un peso moderado en el concierto global y que puede empezar a buscar protagonismo si la tendencia a moler más soja se mantiene.

Los expertos de Oil World señalan que, en un contexto de producción activa de biocombustibles y un consumo consistentemente alto en el sector alimentario, la demanda de aceite de soja está creciendo más rápido que la de harina. Entre enero y mayo pasado, las exportaciones globales de aceite de soja alcanzaron un récord de 4,7 millones de toneladas, es decir, un 31 % más que en el mismo período de 2024, mientras que el movimiento de harina se desaceleró un 8 % hasta los 26,4 millones de toneladas.

“La soja está en un punto intermedio, con sus productos en dos direcciones diferentes -escribió un analista de StoneX-. En el caso del aceite de soja, la última propuesta de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) ha acelerado su uso, por lo cual el país podría verse obligado a colocar harina en el resto del planeta como nunca antes”. Como reflejo de ese desbalance, los precios del derivado no paran de retroceder en Chicago, al tiempo que los fondos están vendidos récord en harina de soja. Todo un síntoma, sucede cuando se tiene un mercado sobreofertado.

El tema ya no sorprende. “Afirmar que la harina de soja marca nuevos mínimos es como escuchar un disco rayado. Los precios del derivado estadounidense ya no están tan lejos como en el pasado de lo que se paga por la harina de soja brasileña o argentina, con el FOB llegando a mínimos de 2007. El complejo de la soja está experimentando una importante distorsión”, explica un analista brasileño de la consultora Agrinvest.

El socio del Mercosur anunció recientemente que incrementa el uso mandatorio de biodiesel del 14% al 15%. Eso demandará un volumen mayor de aceite de soja, que inevitablemente llegará acompañado de cantidades crecientes de una harina de soja no tan requerida en el mercado externo. El de este último derivado es el precio más desconectado de todos los que componen el complejo soja, y tracciona el poroto hacia abajo.

Oil World advierte que las tasas de molienda de soja a nivel mundial se mantienen altas, pero los procesadores están priorizando la demanda de aceite. En la otra vereda, el mercado mundial de harina de soja muestra una disminución en las tasas de importación por primera vez en 16 meses. Los datos de abril y mayo quedaron por debajo de los números de estos mismos meses de 2024.

Por su parte, el mercado chino es el mayor importador mundial de soja, y está experimentando un aumento de la oferta procedente de Brasil, así como cambios estratégicos en el país. En abril de 2025, China anunció planes para reducir el contenido de harina de soja en la alimentación animal al 10 % para 2030, desde el 13 % en 2023. Esta medida forma parte de los esfuerzos de Beijing por fortalecer la seguridad alimentaria en medio de las tensiones comerciales con Estados Unidos. Además, los stocks de harina de soja en China han crecido rápidamente desde los mínimos del último año.

Mientras concreta este objetivo, Beijing ha detectado la movida que se generó recientemente en nuestro país. Tiene en claro el aluvión de ventas de productores argentinos en los días previos a la interrupción del recorte a las retenciones para la gruesa, así como el crecimiento acelerado en las anotaciones de la industria. Todo efecto Puerta 12 es música para los oídos de quienes pescan en rio revuelto, especialidad de los chinos. La caída del FOB de la harina de soja argentina entre febrero y fines de junio desde USD 340 hasta USD 290 es todo un atractivo.

La información indica que el gigante asiático firmó un acuerdo de prueba para la harina de soja argentina. Empresas chinas han reservado el primer cargamento procedente de nuestro país desde que Beijing aprobó importaciones de este tipo en 2019. La movida está íntimamente vinculada con la necesidad de reemplazar a Estados Unidos como proveedor de todo lo que esté relacionado con los productos de la agricultura y la ganadería.

El acuerdo involucra 30.000 toneladas de harina de soja argentina. “Esto es solo un caso de prueba”, declaró un trader de una empresa internacional con sede en Singapur que vende soja a China. “Si pasa la inspección y la cuarentena en el país de destino, esperamos más acuerdos”. El cargamento, comprado a 360 dólares por tonelada costo y flete, llegaría a la provincia sureña de Guangdong en septiembre, según las fuentes.

China es el mayor consumidor mundial de esta materia prima rica en proteínas destinada a alimentación animal, pero genera el grueso de sus necesidades moliendo soja de Brasil y Estados Unidos. En este último caso los compradores chinos han reducido significativamente sus anotaciones para la cosecha 2025/26 y les están complicando las exportaciones a los norteamericanos.

La Cámara Argentina de la Industria Aceitera (CIARA) informó sobre una reunión con el director de la Administración Nacional de Alimentos y Reservas Estratégicas de China, Liu Huanxin, para tratar las exportaciones de harina de soja. El funcionario chino se mostró abierto a la idea de comprar harina de soja argentina “si las condiciones comerciales lo permiten”.

Lo cierto es que China venia resistiéndose a una operación de este tipo en su afán de proteger a su industria molturadora, pero la guerra comercial con Donald Trump y los bajos precios del derivado argentino trajeron a Buenos Aires a sus representantes comerciales para sondear nuevas compras. Desde la Cámara indicaron que podrían faltar algunos pasos para formalizar cualquier acuerdo sobre la harina de soja y que el mercado chino seguía siendo complejo y difícil de penetrar.

Argentina exportó 30 millones de toneladas de harina de soja el año pasado, por lo que tiene una capacidad de suministro muy significativa para las necesidades de China. A su vez, el gigante asiático importó solo 30.000 toneladas de harina de soja durante todo el año 2024, según datos aduaneros.

Nuestro país tiene un perfil marcadamente exportador para la harina de soja. Necesita mantener su share en la arena global, ya que este derivado en la fuente más importante de ingreso de divisas para el país. En el último lustro, cerca del 95% de la producción ha sido vendida al exterior para su posterior consumo o agregado de valor fronteras afuera. Durante la campaña 2024/25, Argentina recuperó su liderazgo como exportador mundial de harina de soja, luego del traspié de 2022/23 cuando cedió el primer puesto a Brasil como consecuencia de la histórica sequía.

Los mercados de destino están encabezados por Vietnam, otros países del sudeste asiático y varias naciones integrantes de la Unión Europea. Asimismo se proyecta que poco más de 1,4 millones de toneladas se consumen internamente para la producción de alimento balanceado para animales y concentrados proteicos.

Fuente: Chacra